Memorina fue concebida como un
proyecto cultural del Gobierno de la Ciudad. Una estatua - Robot con fines
didácticos que , empotrada en la Plaza Central al lado de la pirámide símbolo
de las tierras del sur, enseñaría a nuestros niños y guardaría la memoria
popular y patrimonial hasta el fin de los tiempos o hasta que otro político
ordenara tirarla a la basura. Su autor se ufanaba de la obra en cuestión. Por
fuera, mármol de Carrara y figura de matrona renacentista, rellena, regordeta,
con cachetes inflados y boca de esas que invitan a silbar por lo pequeña y en
círculos. Por dentro. Ingeniería robótica japonesa. Miles de circuitos de ultra
generación para el ahora y el después. Claro que no contaron con la socarrona
estudiantina del intendente de turno que mirando los planos y ante las
opciones, decidió que el puerto de conexión de Memorina con los kilómetros de
fibra óptica conectados a millones de ordenadores sea nada más ni nada menos,
que por el traste. Sí, allí entre las líneas generosas del trasero insinuado de
la cándida y maternal figura se ubicaba
un puerto de conexión ad - hoc. En fin, cosas de políticos, les pareció útil y
gracioso además de metafórico.
La inauguración trajo la
consecuente pompa, discursos con frases huecas y slogans vacíos de contenido y
bellísimos juegos de luces con un gran láser guiado al cielo. Las tierras del
sur, realmente apuntaban alto.
Y finalmente el momento llegó.
Memorina diría sus primeras palabras. Haría un relato apropiado calculando al
instante la edad promedio de sus oyentes. Una dulce voz estremeció el aire frío
de la noche. Se oían palabras de esperanza, de aliento, de perseverancia. Todas
dichas en un bello tono femenino, no agudo ni chillón, sino susurrante,
envolvente creador de un clima sublime. Todos hicieron ¡oooooh! y ¡uuuuuu! y
aplaudieron a rabiar y por supuesto cortaron cintas se aplaudieron a sí mismos
y se fueron a una carpa cercana a comer y beber para luego dar discursos por
televisión.
Sólo quedaron escuchando a
Memorina un grupo de adolescentes que aburridos del cuento y habitantes de la
tecnología desde la cuna tuvieron ese momento fatal en el cual se dijeron; ¿Qué
pasaría si...?
Entonces, sigilosos, se
arrastraron por debajo del pedestal y con un cable de conexión de sus flexi -
tables más un alambre oxidado que encontraron para hacer masa, se lo metieron
por el culo a la gorda.
Muertos de risa vieron como
Memorina abrió los ojos como platos, balbuceo, agitó los brazos sin ton ni son
y comenzó a elevar el tono de su voz, que ya no era tan dulce ni mucho menos.
Su mirada echaba chispas, su traste - conexión se fundió en una descarga
eléctrica que arruinó los juguetes de los pequeños malvados y lo cerró para
siempre,
Y Memorina adoptó un rictus
colérico, se cruzó de brazos y revoleando las órbitas emitió durante horas,
todos los improperios en todos los lenguajes tal y como estaban cargados en su
formidable capacidad de memoria. Los salvajes se retorcían en el suelo
agarrándose la panza de tanto reír, el Presidente de las tierras del sur que
hablaba en cadena nacional, hizo un momento de teatral silencio antes de hacer
un anuncio importante . Silencio que fue cubierto por un sonoro ruido
vulgarmente denominado "pedorreta" y un insulto soez típico de los
marinos mercantes rusos en épocas de abstinencia. Todos estallaron en risas, el
presidente enrojeció y abofeteó a varios colaboradores. Se marchó con su
comitiva prometiendo la demolición "ipso-facto" de Memorina. El
desconcierto y las pullas eran generalizados.
Pero como siempre sucede, los
monstruos que creamos se nos vuelven en contra y no permiten fácilmente su
destrucción. Memorina ha ideado su burbuja de protección y sólo sus palabras
pueden atravesarla.
Finalmente se cansaron y la
dejaron allí. Total, permanecía enfurruñada, encogida en su pedestal con los brazos
cruzados y los ojos cerrados.
Nadie sabe por qué, los niños y
los adolescentes comenzaron a reunirse junto a ella luego del incidente.
Pasaron largos meses de vigilia. Era un punto de encuentro, fogones, charlas,
romances, guitarreadas, drogones, gente sin techo, otros abrumados por la
soledad y el desamparo, en fin, era
compañía y referencia.
Un día, Memorina habló. Abrió lentamente sus ojos como retornando de un largo viaje. Contó de
un universo paralelo con gente que amaba sin tocarse y odiaba a través de las
caricias. Relató las penas del ánima, el llanto de los empedrados y el dolor de
las luces de neón, solas en la noche a merced de los vándalos. Supimos de gente
que vivía en las ruinas del subte, de trovadores en campanarios de Iglesias. De
mujeres que hacían hombres para que las maltrataran y abandonaran. De hijos que
odiaban a sus padres por traerlos al mundo y al mundo por estar antes que ellos
pudieran darle forma. Nos habló de la tierra de nadie con su clima ciclotímico
que hace cambiar el color del cielo y de la tierra según su estado de ánimo. De
los perros de seis patas y los gatos con ventosas.
Nos apuntó con su brazo de mármol
robot al pecho diciendo "aaah ese fuego que palpita nunca dejéis que se
apague" (Le había dado por el tono castizo)
Desde entonces Memorina es
nuestra madre contadora, nuestra guía y consejera, nuestra siembra mentes.
Jamás sabremos que nos dirá o de que mundos nos contará pero siempre nos
rendimos a sus pies al caer la tarde, antes de la primera estrella.
Los que no han vuelto jamás, son
el Sr. Presidente y su comitiva. Dicen que desde hace mucho tiempo cada
ordenador de los despachos oficiales, al prenderlos hacen ruidos flatulentos y lanzan salvapantallas con atrevidos fotomontajes y datos de las andanzas de los políticos de turno que harían
enrojecer al mismísimo Capitán Ajab.