viernes, 11 de mayo de 2012

MEMORINA

Memorina fue concebida como un proyecto cultural del Gobierno de la Ciudad. Una estatua - Robot con fines didácticos que , empotrada en la Plaza Central al lado de la pirámide símbolo de las tierras del sur, enseñaría a nuestros niños y guardaría la memoria popular y patrimonial hasta el fin de los tiempos o hasta que otro político ordenara tirarla a la basura. Su autor se ufanaba de la obra en cuestión. Por fuera, mármol de Carrara y figura de matrona renacentista, rellena, regordeta, con cachetes inflados y boca de esas que invitan a silbar por lo pequeña y en círculos. Por dentro. Ingeniería robótica japonesa. Miles de circuitos de ultra generación para el ahora y el después. Claro que no contaron con la socarrona estudiantina del intendente de turno que mirando los planos y ante las opciones, decidió que el puerto de conexión de Memorina con los kilómetros de fibra óptica conectados a millones de ordenadores sea nada más ni nada menos, que por el traste. Sí, allí entre las líneas generosas del trasero insinuado de la cándida y maternal figura  se ubicaba un puerto de conexión ad - hoc. En fin, cosas de políticos, les pareció útil y gracioso además de metafórico.
La inauguración trajo la consecuente pompa, discursos con frases huecas y slogans vacíos de contenido y bellísimos juegos de luces con un gran láser guiado al cielo. Las tierras del sur, realmente apuntaban alto.
Y finalmente el momento llegó. Memorina diría sus primeras palabras. Haría un relato apropiado calculando al instante la edad promedio de sus oyentes. Una dulce voz estremeció el aire frío de la noche. Se oían palabras de esperanza, de aliento, de perseverancia. Todas dichas en un bello tono femenino, no agudo ni chillón, sino susurrante, envolvente creador de un clima sublime. Todos hicieron ¡oooooh! y ¡uuuuuu! y aplaudieron a rabiar y por supuesto cortaron cintas se aplaudieron a sí mismos y se fueron a una carpa cercana a comer y beber para luego dar discursos por televisión.
Sólo quedaron escuchando a Memorina un grupo de adolescentes que aburridos del cuento y habitantes de la tecnología desde la cuna tuvieron ese momento fatal en el cual se dijeron; ¿Qué pasaría si...?
Entonces, sigilosos, se arrastraron por debajo del pedestal y con un cable de conexión de sus flexi - tables más un alambre oxidado que encontraron para hacer masa, se lo metieron por el culo a la gorda.
Muertos de risa vieron como Memorina abrió los ojos como platos, balbuceo, agitó los brazos sin ton ni son y comenzó a elevar el tono de su voz, que ya no era tan dulce ni mucho menos. Su mirada echaba chispas, su traste - conexión se fundió en una descarga eléctrica que arruinó los juguetes de los pequeños malvados y lo cerró para siempre,
Y Memorina adoptó un rictus colérico, se cruzó de brazos y revoleando las órbitas emitió durante horas, todos los improperios en todos los lenguajes tal y como estaban cargados en su formidable capacidad de memoria. Los salvajes se retorcían en el suelo agarrándose la panza de tanto reír, el Presidente de las tierras del sur que hablaba en cadena nacional, hizo un momento de teatral silencio antes de hacer un anuncio importante . Silencio que fue cubierto por un sonoro ruido vulgarmente denominado "pedorreta" y un insulto soez típico de los marinos mercantes rusos en épocas de abstinencia. Todos estallaron en risas, el presidente enrojeció y abofeteó a varios colaboradores. Se marchó con su comitiva prometiendo la demolición "ipso-facto" de Memorina. El desconcierto y las pullas eran generalizados.
Pero como siempre sucede, los monstruos que creamos se nos vuelven en contra y no permiten fácilmente su destrucción. Memorina ha ideado su burbuja de protección y sólo sus palabras pueden atravesarla.
Finalmente se cansaron y la dejaron allí. Total, permanecía enfurruñada, encogida en su pedestal con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
Nadie sabe por qué, los niños y los adolescentes comenzaron a reunirse junto a ella luego del incidente. Pasaron largos meses de vigilia. Era un punto de encuentro, fogones, charlas, romances, guitarreadas, drogones, gente sin techo, otros abrumados por la soledad y el desamparo, en fin,  era compañía y referencia.
Un día,  Memorina habló. Abrió lentamente sus ojos  como retornando de un largo viaje. Contó de un universo paralelo con gente que amaba sin tocarse y odiaba a través de las caricias. Relató las penas del ánima, el llanto de los empedrados y el dolor de las luces de neón, solas en la noche a merced de los vándalos. Supimos de gente que vivía en las ruinas del subte, de trovadores en campanarios de Iglesias. De mujeres que hacían hombres para que las maltrataran y abandonaran. De hijos que odiaban a sus padres por traerlos al mundo y al mundo por estar antes que ellos pudieran darle forma. Nos habló de la tierra de nadie con su clima ciclotímico que hace cambiar el color del cielo y de la tierra según su estado de ánimo. De los perros de seis patas y los gatos con ventosas.
Nos apuntó con su brazo de mármol robot al pecho diciendo "aaah ese fuego que palpita nunca dejéis que se apague" (Le había dado por el tono castizo)
Desde entonces Memorina es nuestra madre contadora, nuestra guía y consejera, nuestra siembra mentes. Jamás sabremos que nos dirá o de que mundos nos contará pero siempre nos rendimos a sus pies al caer la tarde, antes de la primera estrella.
Los que no han vuelto jamás, son el Sr. Presidente y su comitiva. Dicen que desde hace mucho tiempo cada ordenador de los despachos oficiales, al prenderlos hacen ruidos flatulentos y lanzan salvapantallas con atrevidos fotomontajes y datos de las andanzas  de los políticos de turno que harían enrojecer  al mismísimo Capitán Ajab.