sábado, 25 de julio de 2009

(Ayer) Éramos Todos Pinochos...

Mitad de los años 70. Flaquitos, desoladoramente jóvenes e ilusos. Teníamos todo por delante y queríamos alcanzarlo "ya" como es costumbre a esa edad. Jeans con botamanga pata de elefante cortados con una gillette en varios lados, campera de jean con corderito, bufanda larga hasta los pies y de todos los colores posibles tejida a mano por nuestras viejas aunque jamás lo reconocíamos.

Los pelos largos más allá de los hombros y el deseo de ser estrellas de rock y congregar multitudes pero a la vez, como referentes "serios del tema" nada de fama efímera, sino esa perdurable que viene del boca a boca y que legitima a los ídolos populares para siempre.

El tema es que en esos años oscuros de la Argentina (¿Cuando hubo de los otros?) el rock significaba marginalidad, drogas y "reviente". Pocos lo escuchaban y era demasiado en tiempos de dictadura (Lanusse remember?) en los cuales ser descubierto con una imagen del "Che" ya no en una remera sino en cualquier sitio por pequeño que fuese, podía costarte la vida. Hoy, cualquiera lo exhibe y compra su imagen hasta en los más "chetos" shoppings de Bs. As.

Pero esta historia no tiene que ver con la política de entonces, sino con nuestra vida. Porque éramos rebeldes pero queríamos tener una novia como todo el mundo y ahí comenzaban los problemas, pero ya vamos a llegar a eso.

Vivía en Ramos Mejía, la Ciudad de moda en cuanto a Boliches Bailables. Llegaba gente de todas partes, era el lugar exclusivo, las mujeres más bonitas, la mejor música, la vanguardia de todo.

Antes de eso conviene ubicarse en la pre -adolescencia.Vi nacer a "Pinar de Rocha". Yo tenía amigos de primaria que vivían en frente, en la calle Costa Rica y usábamos sus paredones (ocupa toda una manzana) para jugar a la pelota. Si el partido era bravo, íbamos a nuestro estadio oficial, un terreno en forma de L entre las calles Brasil y la nuestra.

"Pinar" como quedó bautizada para siempre, era la quinta del Dr. Folco, un prestigioso médico de Ramos.

Nosotros jugábamos en esa quinta con el hijo de su encargada hasta que un día vino gente extraña, obreros que taparon con lonas los paredones de adoquín y rejas y todo se transformó. Nació una nueva era en boliches, una pileta fantástica frente a nuestra canchita, una parrilla, música y fiesta al aire libre y por la noche, una nueva dimensión de luz y sonido.

Putéabamos porque estacionaban los autos en el terreno y no podíamos jugar, después le encontramos la vuelta y nos hacíamos unos pesos por cuidarle los coches a los famosos, que así se aseguraban de no tener rayones misteriosos en sus últimos modelos. (Ford Fairlane, Peugeot 404 "Grand Prix" y 504, Fiat 1500 coupé y luego las berlinas 1600 y 125 y el fabuloso 128 IAVA, ni hablar de los Torino de toda laya entre los que se destacaban los "Comahue" quizás los precursores de los autos especiales o "tuneados" tan comunes hoy.

Veíamos a personajes de la época pasar fines de semana enteros allí, gente como Andrés Percivale, Cacho Fontana, la famosa pareja de los avisos de los cigarrillos LM, ¿se acuerdan? esos que nos mostraban un mundo que no estaba a nuestro alcance, eran una pareja sofisticada que nos vendían cancer pero con que nivel...

Él era el "Nono" Pugliese, ella Claudia Sánchez, eran todo el "glamour" y nos mostraban un mundo inaccesible para nosotros.

El programa de chimentos Top, era "Matiné" del viejo Canal 11 hoy conocido como Telefé. transmitía en vivo bastante seguido y a nosotros se nos abrió una puerta a lo desconocido, una sensación alucinante de un mundo pararelo que podíamos alcanzar alguna vez y que no nos sería ajeno en el futuro. Las estrellas desfilaban y nos saludaban, nos daban monedas, de vez en cuando nos regalaban una caricia revolviéndonos el pelo antes de perderse por las puerta del V.I.P.

¿Les dije que éramos todos Pinochos? eso se lo cuento en otra ventana del tiempo,mientras dejo que se disipen los gritos de unos amigos flequilludos que corren detrás de una pulpo porque hoy, la mamá de gonzalo no lo dejó salir y él, es el dueño de una Pintier Nº 5 que siempre nos cortó el aliento de envidia.



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