martes, 11 de agosto de 2009

Fin de Semana


Viernes al fin. ¿Al fin para qué? si no tengo con quien compartir lo que viene.
Suspiré y abrí la puerta del coqueto departamento en el 1º piso. Ese que compré cuando murió papá y de acuerdo con la yoli (mi hermana) nos dividimos la plata de la venta de la casa. En aquel entonces estaba en pareja con Roberto, 10 años mayor. Estábamos juntos desde hace 20 años, cuando era la mina más deseada de la oficina y él era un funcionario importante que me andaba atrás todo el tiempo. Yo me hacía la difícil pero la verdad es que de entrada me gustó mucho pero no quería saber nada, porque era casado y nunca pensé en ser "la otra".
Recuerdo las caras de reprobación cuando todo comenzó, la gente que dejó de hablarme y me daba vuelta la cara como si fuera una ladrona de bancos. Era lógico, después de todo, la esposa de Roberto era otra funcionaria muy querida, tenían dos hijos, en fin...
Como sucede casi invariablemente en esos casos, me pagaron con la misma moneda. Un día me dijo que se estaba aburriendo, que el sexo ya no era lo mismo (¡chanta! ¡Si era él el que fallaba ya en sus 60!) Y me dejó por una "pendeja" de 35 a la cual según dicen, le hizo un hijo.
Que boludo. Todos los hombres son unos boludos. Cualquier argolla hace de ellos el títere más dócil y manejable que te puedas imaginar. Te van a dejar sin un mango y te lo tenés merecido por hijo de puta, por dejarme así y...
Nada, estoy haciendo lo que mi psicóloga me dijo que no haga. Calmate, respirá y ocupate en algo. Tenés buenas tetas y firmes en su lugar, se dijo. Todavía se dan vuelta a mirarte el culo cuando pasas y te echan los galgos cada vez que pueden.
Lástima que sos "la veterana", esa que los de menos de 40 se quieren voltear para lucir una medalla o reírse un rato en una noche de cerveza y boludeo.
Lo peor es que no sé qué puedo pretender a esta altura de mi vida. A los 50 me topo con esa clase de idiotas, los llorones divorciados que me hablan todo el tiempo de sus "ex" o los que ya están muy panzones o apendejados que ni con un guiso de viagra les podes sacar cinco minutos de un sexo pasable.
Viernes otra vez. Angelita me llama para que tomemos un café mañana después del gimnasio. Sara me dice que a eso de las 6 está libre pero con poco tiempo porque a la noche van a una fiesta con su marido y los chicos y todo es siempre así.
Mirá todo el lastre que largué y recién cerré la puerta al entrar.
Ruido, por favor algo de ruido. Tengo que prender la tele ¡Ya! Por más que me resista, voy a tener que comprarme una mascota. No quería que nada me ate para poder salir y viajar como había planeado pero ya hace tanto que no voy a ningún lado que no vale la pena. Alguna compañía tengo que tener.
Otro fin de semana la puta madre... Ya tengo una huella en las baldosas de tanto ir del comedor a la cocina llevando pavas y pavas de mate. Me paso tres horas cocinando y soy yo sola. Limpio como una obsesiva y aunque todo brilla que me deja ciega, empiezo otra vez con el trapo y la franela. Luego salgo, camino por la costanera (¿Para qué me vine a vivir a la costa si jamás piso la playa?) veo a las parejas apretando, los chicos chupándose con mala birra y vaya a saber Dios qué...
Las parejas grandes que caminan paseando el perro; si es domingo él lleva la radio en la oreja para escuchar el fútbol o las carreras. ¡Cómo me revienta eso! las minas no tendrían que permitírselo, si querés escuchar, quedáte en casa yo no soy el Bobby para que me lleves a mear al árbol. Seguramente mientras van de la mano indiferentes, ella sueña con un tipo que le haga toda la fiesta o quizás tenga un amante que efectivamente lo haga mientras el marido se amarga porque su equipo perdió sobre la hora "- porque ese referí bombero estaba comprado viste-" Ahí sí, acordándose de su mujer, como si esta entendiera o le importara. No hay caso. Los hombres están degenerando a una etapa de primates insufribles ¿Será por eso que hay tantas lesbianas? De repente me pongo colorada, se me cruzó comprarme un juguete sexual. Al menos no me va a engañar y lo tendré duro cuando lo necesite y si necesito hablar, al menos me va a escuchar sin decir alguna estupidez.
Vuelvo al departamento. Otra vez silencio. ¿No había dejado la tele prendida? Voy a la habitación, me desnudo, acomodo la ropa en forma prolija. Separo la que va a lavar de la que todavía está limpia. Desnuda, voy a la ducha. Abro la llave y mientras espero que se caliente el agua, me saco el reloj, lo único que tengo puesto. ¿Tan temprano es? mierda, todavía falta tanto para el lunes...
Me miro al espejo. Todavía estás re fuerte, sabés que es así. Candidatos hay a patadas, ya va a aparecer uno que sea potable. (¿Y si no aparece, Dios, si no aparece? ya no me quedan muchos años buenos)
Me meto en la ducha, el agua muy caliente me hace dar un respingo, calibro con la fría y cuando llego al equilibrio, me pongo a llorar desconsoladamente.

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