miércoles, 5 de agosto de 2009

(Entonces) Me sentí Tan, Pero Tan...

Como siempre, "For Export" reventaba de gente. Estaba en la pista chica de arriba, la otra culminaba un anfiteatro de sillones desde los cuales bajabas a bailar. ¿Por qué éramos todos Pinochos? Por la simple razón de ser absolutamente de madera para bailar.
Pese a ser enciclopedias caminantes en cuanto a la música, era imposible para nosotros un acto tan sencillo. Además, la sola idea de mover el cuerpo producía una parálisis galopante que conducía inevitablemente al ridículo.
Para entonarme comencé a mover suavemente el pie marcando el ritmo, luego, dejé que el temblor suba por la pierna hasta llegar a la cintura y ahí, con disimulo, mover el torso y los brazos en cuadro que visto desde afuera le produciría al espectador la imagen de un tipo actuando de extra en una película de zombies o alguien que está a punto de sufrir un ataque de epilepsia.
Decidido, la busqué pisando y empujando a la multitud abigarrada bajo luces estroboscópicas. La tenía en la mira como un francotirador cuando vi a un flaco llegar a su lado, tenderle la mano y hacer que mis planes y mi mundo, se fueran al diablo.
Ese tipo era un amigo con el cual "no pasaba nada." (she dixit) Se conocieron en los cursos de nivelación que se hacían en quinto año para poder entrar a la Facultad.
El tipo vivía en Martínez, era de familia de plata y la invitó a que juntos hicieran un curso de timonel ya que como miembro de un club de remo, con el viejo solían navegar en velero por las aguas de nuestro pintoresco Río de la Plata.
¡Como competir con eso! si de nosotros el que mejor andaba de guita tenía una pileta de lona en el patio y nos agarrábamos del borde por las dudas!
Ella sabía que yo estaba cruzando la pista y sin embargo, dejó su mano para que la saquen a bailar moviéndose en mi dirección, hacia la pista.
Me quedé helado. Yo ya estaba en pleno envión atropellando gente. No sabía si ir o volver. Era un bochorno.
Nunca me sentí tan, pero tan, pelotudo... Lo que más me dolió es que no me miró pese a que casi nos chocamos de frente. Ni siquiera una sonrisa tonta o un saludo trivial, un gesto, algo que a su vez, me ayudara a salir del embrollo. Nada. sólo seguir como si nadie estuviese allí.
Alguna vez, a todos nos toca vivir una situación que por nimia o ridícula no deja de ser terrible dejándonos con esa sensación de vacío, angustia y soledad, que tan bien refleja una palabra: Desolación.
Esa de pensar que a tu alrededor el mundo te mira y se ríe. La angustia de querer hacer un pozo y tirarse de cabeza, de sentir un viento helado en el pecho, la certeza en torno a que alguien se llevó de una vez y para siempre, tu inocencia.
Me paré de golpe y me volví en seco. Mis amigos pensando que me dio miedo, comenzaron a reírse pero al verla a ella bailando con otro interrumpieron el gesto y se dieron vuelta para pedir unos tragos en la barra.
Me recibieron con un "que cagada" y luego conversaciones banales. Se propuso cambiar de ambiente, ir a Pinar de Rocha porque tocaba no se quien y nos fuimos. Ironías del destino, en Pinar ganamos unas minas y fuimos a los reservados (toda una hazaña) hasta que todo terminó.
Salimos con la gente en fila por la segunda Rivadavia rumbo a la estación de Ramos Mejía. Era un trencito de gente como esos de carga que de pibe te gustaban porque no terminaban nunca de pasar. Un tren jocoso y cansado, pleno de éxitos y fracasos y promesas de intentar el sábado siguiente.
Cumplimos el ritual de ir al Odeón II. Nos recibió el infaltable gallego que nos conocía de tantas mañanas de pre - hora y ratas en el Comercial, tomamos el infaltable café con leche y medialunas y el gaita pronunció el infaltable "muchu café o pocu café" mientras venía con ambos jarros y al final te servía lo que se le cantaban las bolas.
Y charlamos y arreglamos al mundo como siempre. Nada se dijo del asunto, no hacía falta. Para distraerme, Miguel puteó contra la minita que perseguía al no encontrarla.
- "Fui a la casa y me atendió la vieja ¡justo con la bronca que me tiene! Me dijo que "la nena" no podía salir porque estaba con la "toca". Yo puse cara de saber y le dije; " ah! claro.. bueno doña, dígale que esta noche nos vemos" y la turra me mandó: "No sé si el padre la va a dejar salir". Que vieja hinchapelotas... Ahora , yo digo loco ¿que carajo es la toca? ¿otro nombre para la menstruación o es otra dolencia femenina? ¿por qué son tan raros estos bichos? que las parió...
Nos cagamos de risa y dimos las hurras. Nos separamos buscando la urgencia de la cama. Yo sentí escalofríos y puse las manos en los bolsillos. Tenía la sensación de los adióses y los ¿ahora qué? Supe que comenzaba a estrenar cicatrices y me prometí no volver a permitir que una mujer me ponga en ese estado. Mi ingenuidad adolescente dejaba una rendija al preanuncio de un rencor adulto que asfaltaba una huella de futuros desencantos. Resonaron en mi cabeza marcadas a fuego, las palabras de un gran escritor y me fui recordándolas. Llegué a mi habitación, bajé la persiana y me tiré en la cama pensando en ellas. (en ella)
Me dolía una mujer, en todo el cuerpo.

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