martes, 24 de mayo de 2011

NO ME DEJES ASÍ

Me ocurre seguido últimamente. Camino por las calles y entro en trance, no soy consciente del entorno. Despierto en algún tramo del recorrido sin saber bien como llegué hasta allí.
Pero esto es raro. Este barrio es el de mi infancia. Hace 32 años que me mudé. Me saluda Don Joaquín, el vecino con su mano regordeta, su mancha roja, aquella especie fantástica de virus alienígena trepando por su cuello y parte del rostro, tan fascinante para nuestras mentes pequeñas.
Siempre cuidando de su enorme Mercury azul metalizado. El acorazado con tapizado y volante blanco, los cromados brillantes, la insignia en el capó y el ruido del V8 desatando alegrías fierreras y puteadas de vecinos de siesta interrumpida.
"No me dejes así". Esa frase inquietante resuena en mi mente. No logro comprender su origen. Es un latiguillo permanente, azuzando la marcha, sacudiendo mis entrañas con ácido y temor.
"No me dejes así". ¿Es a mí? ¿A quién estoy dejando? A vos seguro que no. Te he amado desde tus primeras trenzas. Suspiro por vos desde el primer caramelo de leche obsequiado en un recreo de la vieja Escuela Nº 21 "Don Manuel Belgrano".
La calle atrasa. Adoquines, rieles de Tranvías, autos con neumáticos de banda blanca, ¿Me fui de mambo? Tengo que dejar el Clonazepan, cada día soy más zombie - menos "yo".
La puta, ahora sí la jodi. ¡La feria de la estación pegada a las vías del tren! ¡Si habré ido con mi vieja a comprar pescado, pastas frescas para el domingo y el leverbush para el viejo!
No. Seguro estoy metido en un flor de viaje. Parece una película berreta de ángeles y demonios o esas que te cuentan que al morir vas a un limbo con gente quejosa, imágenes oscuras, rayos, truenos, etc. hasta que pedís "la escupidera" (o sea ¡DIOS, sálvame de esta y soy tu ferviente devoto!) y "click", de la nada aparecen personas vestidas de blanco siempre sonrientes, hablando suave mientras te abrazan o palmean el hombro.
Ahí veo la esquina con el árbol apoyado en el poste de luz, arco del metegol - entra, callejero. Olfateando el territorio está la Titina, mi perra, mi amiga. ¡Hola pichicha! ¿Cuanto hace que te fuiste? pila de años ya... Si. No es normal...
Puta madre esa frase llorosa. "No me dejes así" ¡No jodas más! Duele carajo, ahora duele. Cada fraseo, cada suspiro, la angustia. ¡Me la estás contagiando! ¿De dónde viene? ¡Puto delirio, no termina nunca!

Música de piano. El pasillo de una casa - chorizo pintado de verde. La profesora Marta enseña. Mi vieja ahora joven y gordita, con mi hermana de peinado banana y pollera sixtie. Chopin. Lo más jodido pero lo que más le gustaba. Por allá estoy yo, bien chico, pantalón corto, medias "Tom", zapatos charolados, jugando aburrido, hinchando un poco las pelotas (Como siempre)
Mejor me voy. ¿La verdad? Ahora estoy medio cagado. El asunto toma un cariz alucinante, emparentado con mis recurrentes pesadillas plagadas de persecuciones. De hecho, me siento perseguido. Algo o alguien parece estar siempre tras de mí.
Por las dudas. Digo que te quiero, siempre te he querido. Di todo por vos. La remé como pude. Vine fallado pero le puse garra. Vos sabés la verdad. Lo has sentido en tu cuerpo todos estos años. Lo comento porque no sé de qué va la cosa.
El Bar "Dos Avenidas". Esto es de mi viejo, no tan mío. Fui habitué cuando pasó a llamarse "Odeón II". ¿Cual es el mensaje? "Santa María, Madre de DIOS, ruega por nosotros...." dale madre, despertame, sacame del quilombo. Ya entendí, prometo ir a misa, rezar, ser bueno y todo eso pero, por favor, pegame un patadón en el culo para abrir los ojos de una vez.
"No me dejes así", dos, tres, vuelta a empezar ¿Por qué corro? Estoy transpirando. Voy desesperado a la nada. Daré la vuelta quiera o no.
Ahí estás. Desesperada, llorando. Sosteniendo mi cabeza mientras tiemblas de arriba abajo. Mi sangre mancha el pavimento. Al final, era eso.

Cuanto te amo cielo, realmente. Pero no puedo parar. No me dejan. No preguntes, igual no me ves. Me conmueve tu dolor. Pasar por esto para entender lo obvio. Siempre egoísta, mirando mi ombligo. Ni tu llanto he reconocido. “No me dejes así” ¡Joder, ya es demasiado tarde!

Frases, personas, música. Tu carta con el cuento de hermosa moraleja; “…DIOS te ordenó que empujes la piedra, no que la movieras…” Lo hice toda la vida, dulce. Me la pasé empujando la piedra.

Sigo de largo, paso frente a la casa de Santiago, la de PInky, la de Sergio, Carlitos, la rusa de al lado y al fin, me paro frente la puerta de alambre tejido con punta de Flor de Lis y una chapa con el Nº 490.
Mis perros (Todos los que he tenido a lo largo de mi vida) ladran y saltan contentos. Los sillones de jardín con los almohadones de funda plástica están allí en el patio junto a la mesa con tapa de mármol donde se sirve el vermouth de los domingos.
El limonero está repleto. El bombeador prendido. Olores exquisitos invitan desde la cocina. Mi viejo estará bajando del tren para llegar a tiempo al almuerzo. Mis hermanos estudiando. Los abuelos discuten por pavadas. y mi pelota de goma (La "pulpo") rueda hasta mí.

"No me dejes así" escucho en un tono ya resignado, tapado por sirenas policiales,

Debo entrar.

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